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Categoría: Sin Clasificar

PARABOLA DE LA CASA PATERNA. (Para el Sr. Cura Don Enrique Méndez En s

Padre:


Se te duerme en las manos la fatiga


De haberte prodigado.


¡Qué abundancia de pan hay en la casa!


¡Qué abundancia de cánticos!


 


Se ha poblado de árboles la tierra,


Hay más vida en los campos;


Sin duda es la cosecha


Que preparó tu mano.


 


¿Te complace el paisaje?


Este viñar que ves en torno tuyo,


Es tu heredad, tus hijos,


Que han crecido apoyándose en tus brazos.


 


En medio de tu pueblo fuiste siempre


Manantial, fuego y báculo.


De tu ejemplo bebimos la esperanza


Y aprendimos a lavar la conciencia


Del lodo de los años.


 


Tú figura viril,


Cuando llegaste


Hasta este mi pueblo,


Tu Sahuayo,


Tenía el aspecto de los robles nuevos


Que se yerguen robustos


En medio de los páramos.


 


 


Siempre austero y sonriente,


-porque así son los santos-


Te acercaste gustoso a nuestras vidas,


Nos renovaste en Dios,


Nos saciaste los labios


Con tu siembra eucarística;


Y del caudal de tu virtud


Nos llenaste las mentes y las manos.


 


Fuiste padre y amigo.


Consejero y hermano.


Hoy tienes el aspecto de un patriarca


Que se ha multiplicado,


Te nimban de belleza la mirada


La santidad y el trabajo.


 


Esto es la santidad:


Esculpir la cantera y alzar templos.


Dios no puede vivir entre los nombres,


Donde falta un altar para los holocaustos.


 


Esto es la santidad:


Darle escuelas al hombre.


Si el alfarero no le infunde al barro


La idea que lo embellece


Y la luz que lo anima,


No podrán ver al cielo


Los guijarros.


 


Esto es la santidad:


Hacer del polvo humilde


Un vergel de bondad y de dulzura,


En donde no germinen


Nunca ortigas ni cantos.


 


 


Padre:


Un pueblo en un calvario.


Desde el día que viniste


Tú has hecho tu viacrucis


Pasó a paso.


Quienes busquen tus huellas


Hallarán en tu cruz


Signos de lágrimas


Y una corona


De momentos amargos.


 


¡Pero qué pocos cálices,


Para beber el vino


Que regocija el ánimo!


 


Siempre brisa de amor fue tu palabra,


Nos llegó al corazón como un remanso.


¡Para darnos aliento, fuiste un padre!


Para darnos a Cristo, fuiste un santo!


 


Padre,


Aquí está tu cosecha.


Este pueblo que forjaron tus manos;


Que te llenó las horas de fatigas


Y de amor entrañable


Tu Sahuayo.

Datos del Poema
  • Código: 375660
  • Fecha: 02 de Diciembre de 2016
  • Categoría: Sin Clasificar
  • Media: 0
  • Votos: 0
  • Envios: 0
  • Lecturas: 717
  • Valoración:
Datos del Autor
Nombre: luis arceo preciado
País: MexicoSexo: Masculino
Fecha de alta: 12 de Enero de 2010
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