Amar a la mujer buscada,
a la que lleve la piel,con humedad de lluvia,
con sabor a mar, en tarde de verano. 
Amar a la mujer, 
que traiga mi destino dibujado, 
con gotas de rocío,
en la  palma abierta de su mano. 
Amar a la mujer aquella,
que lleve la hojarasca del otoño
en el espejo de sus ojos claros,
y en sus venas corra sin límites,
un río rojo ardiente y desbocado. 
Amar aquella que escriba, 
mi nombre entre sus labios,
con el tinte de las uvas que en el vino,
brillante dejan su color morado. 
Amarla en el ocaso de mi vida,
cuando los sueños 
son más libres que los pájaros,
cuando en las manos nacen mariposas,
y aún se abren corolas en los labios. 
Amarla, cuando debajo de una piel curtida
por el paso inflexible de los años,
corre  aún un río tumultuoso,
y no hay dique que pueda controlarlo. 
Amar a la mujer, aquella 
que escondió la primavera  para esparcirla al paso de mis pies descalzos,  con aromas de nardos y jazmines, 
con esencias secretas que ha guardado, 
desde que presintió mis pasos en su puerta, 
y supo escuchar mi corazón enamorado. 
Amarla sin medida, 
sin razon, a contramano, 
sin culpas ni recelos, amarla como a nadie he amado 
ALMAVIVA
 
Amar al hombre, grandulón y a la vez pequeño, aquél que me devolvió la alegría y también los sueños. Amarlo cómo sólo vos, me inspirás a hacerlo.