Fuimos rayos brillantes del sol,
agua clara de un río cristalino,
amalgama entre amor y pasión,
y el ejemplo de besos prohibidos.
Te entregué mi primera canción,
y te hiciste mujer en mis brazos,
en presencia de mi habitación,
prometimos jamás separarnos.
Más de pronto tu luz se apagó,
y dejaste mi pecho vacío,
te alejaste sin darme un adiós,
que tristeza el haberte perdido.
Y hoy que no estás,
mi existencia parece incomleta,
y te extraño con todas mis fuerzas,
al despertar.
Triste final,
a una historia que no fue resuelta,
ahora vivo abrazando tu ausencia,
resignado a que no volverás.
Buena suerte mi buen corazón,
nuestro amor no conoce el olvido,
y aunque no escucharé más tu voz,
tu recuerdo se queda conmigo.