De un azul violeta tu risa, alegre
como unas castañuelas en Abril, cuelga
de los grises cabellos del aire,
que libre
como el mendigo que duerme
en la esquina de mi calle,
ondean sobre les olas del mar.
Entre los brazos generosos de una estrella errante,
un sueño de besos encendidos ahoga su pasión, entre los pliegues amarillos de una mañana que volverse niña quiere.
Tus pechos pequeños y redondos
como un fruto, apenas maduro
por el sol,
envuelve los ojos de la tarde, de olor
a naranjos y juventud
y vergonzosos se escoden entre la seda
suave de un sujetador egoísta. De un azul violeta tu risa…