En mi pueblo veo agonizar la esperanza dormida en un rincón Mientras los mastodontes de la imbecilidad desangran la pureza, comprando la vida,
garantizando que un gran silencio engrille la inocencia. ¿Dónde estabas cuando se teje el horror? Aplastan la conciencia, hipotecan la dignidad,
mientras la impudicia se regodea. ¿Cuàntos siglos más nos llevarà comprender que la verdadera libertad no se alimenta de la muerte? El èxito parece pertenecerles a quienes predican la violencia, ¿Cada cuàntos cobardes, nace un valiente? Si declinan la luz, el camino es sin salida. Encendamos el sustantivo, que las buenas palabras se vuelvan actos, donde el manto de impunidad duerme el sueño de la vida. Que circulen los poemas en trenes, subtes, que haya un poema en cada esquina. Que la poesìa sì, sea Celaya, un arma cargada de futuro. Que la paz, y la justicia no sean cosas ignoradas, ni esperanzas dormidas. Miriam E. Mancini 9/10/2011