Me inquieta muchísimo el término “encia”
y busco con una gran insistencia;
expresar toditita mi vivencia
con palabras de su concurrencia.
Quizás muchos no hallarán congruencia,
y mostrarán alguna indiferencia,
mas sólo presten atención y audiencia
y conocerán mi absoluta exigencia.
“Laboro gastando voz y paciencia,
aguantando las cargas de la conciencia;
no es el tiempo de ficciones y ciencia,
es momento de hallar del amor, la esencia”.
Adquiero constantemente experiencia,
buena o mala es de la existencia,
pero necesito del corazón la anuencia,
para alimentar el alma con eficiencia.
No vivo en la aventura de la adolescencia,
ni proclamo a los santos clemencia,
estoy en la época de la consistencia,
en donde las cosas se realizan con prudencia. Tal vez se tenga alguna divergencia,
con las personas del don de continencia,
por eso tomo en cuenta la contingencia,
buscando antes con ellos buena convivencia.
Es que no puedo mostrar abstinencia,
cuando veo una dama de bella apariencia;
cuando la miro caminar con decadencia;
se adueña de mí la concupiscencia.
Hoy llorarían los de mi ascendencia,
al observar mi ciega desobediencia;
porque de ellos recibí mucha advertencia,
de no hacer actos por conveniencia. Quisiera realizar una enorme conferencia,
en donde hubiera grande convergencia,
para explicarles la razón de mi adherencia
a las faldas y caprichos de doña Hortencia. Pero requiero de más y mayor potencia,
para tomar partida en la competencia,
de un amor sano sin consecuencia
y dar así a mi alma complacencia. Me duele tanto, tanto la ausencia,
de una paz en mi corazón sin condolencia;
por lo que anhelo decir mi confidencia:
“En verdad amo a la niña Florencia”
Perdonen y disculpen mi demencia,
estoy encerrado en una negra circunferencia;
tomen en cuenta que todo es coincidencia,
después, dicten sin compasión mi sentencia.