Era pronto en la mañana,
Suave, gris y nublada,
El tintineo de la lluvia
Mis oídos golpeaban.
Era gris es el día,
En cada uno de sus aspectos.
Era gris el cielo,
Oscura la mañana,
Ceniza la lluvia
Que de el cielo descendía.
Era lúgubre mi andar,
Pesarosas mis palabras,
Enlutado mi mirar...
Coronados por difuntas lágrimas,
Que hacían un oscuro brillar,
Cuando vi reflejado en mis ojos,
Tu negro y triste mirar...
Y de tu boca volaron los versos,
Que mi corazón llevaba años anhelando.
Que un haz de luz iluminó mi cara,
Cuando de tus labios brotaron las mágicas palabras.
Que resucitó mi mirar,
Y en ellos, las lágrimas,
Comenzaron a cesar.
Para, poco a poco, volver a brotar,
No de la marchita amargura,
Si no de un eterno amar.
Me acogiste entre tus brazos,
Consolando mi llorar,
Nos fundimos, tierno abrazo,
Que en nuestras mentes ha de perdurar.
El sol coronó el cielo,
Las nubes, asustadas, huyeron,
La ceniza de la lluvia se quemó en el suelo,
Dando paso a un abanico,
De colores y sueños.