Maravillada en mi ventanal, contemplo,
las veredas cubiertas de hojas,
que planean por el aire en dispar direcciones,
por los vientos cambiantes
de los discrepantes puntos cardinales:
Conforman con ellas alfombras multicolores
de verde, amarillo, ocre
y variedad de gradación de marrones…
Escucho el crujir de sus cuerpos inertes
rotos por el paso de los transeúntes…
¡Ese sonido anida en mi pecho!
Es como un agasajo
hacia la estación nueva que se avecina.
Desnudan las ramas del raudal de árboles,
que en el estío fueron sombra placentera.
Y hoy permiten que la luz solar
invada con su abrigo los rincones.
Al amanecer, el sonido del viento
emite melodías sonoras.
Estación prodigiosa.
Donde los colores cambian la figuración
de estos lugares frecuentes a mis paseos.
Otoño: luz de colores dispares,
el de las fuertes brisas que emiten energía
para cargar nuestras vivencias
y poder afrontar luego,
las gélidas temperaturas
del invierno que se avecina
y que cristalicen los vientos de mi soledad. Mecha Foderé