Al inicio de una fría y quieta noche,
el hombre entibió sus rudas manos,
guardó bajo llave su ajada careta
y el espejo, lo mostró más humano.
Solitario, vivía el aprendiz de poeta
alimentando la llama de sus escritos
con igual cuidado de minero por su veta
pero,el esfuerzo por ser felíz, era en vano.
Buscaba con afán compartir su vida
dando amor a mujeres con poca suerte,
descalzo caminaba por ásperos senderos
y su sombra,dibujaba la cara de la muerte.
En sus sueños, besaba el rostro de lo divino
y para dar fin a su soledad, oraba a un santo.
Daba vida a sus ilusiones con sus rimas
y en público,bebía a veces.todo su llanto.
El día de su muerte, muchos se preguntaron
al ver dos lágrimas en sus ojos ya sin vida.
¿ valió la pena todo su triste canto que hoy,
oculto en un ataúd...viaja hacia el olvido ?