LABIOS Y AMAPOLAS

Una amapola en un vaso de cristal

desangra pétalos.

Un reloj de arena letal

desmiembra las corolas una a una

y desgrana aromas

que se suspenden al borde de la hoja.

Algunas raíces

de tallo enhiesto y bravo

con savia de espícula 

se doblan en parábolas de lluvia

y delinean siluetas.

Absorbe una borona de cenizas

la disciplina del enebro,

se postra el acto vegetal

y en una fábula de miel

asombra la dilación de la paloma con sonrisa

cuando del cáliz enigmático

asoman dos manos de mujer.

Madrigal de corazón sereno

vas formando un hilo de uvas,

con manos ambarinas forjas copas

acuosas donde se baña la amapola.

Y no es más dulce el fruto de la higuera

ni el ondular paradisíiaco de cientos de sirenas

que tus tórridos labios labrados en Cartagena.