Y se apagó la luz.
Y se encendió mi fuego.
Y lo enredé en tu piel,
tu piel de hielo.
Di mis mejores besos a una piedra,
cubrí con mi pasión un cuerpo inerte.
Lo envolví con fervor como una hiedra,
Sin aceptar que aquello nunca fue tenerte.
Te amaba a solas.
Tu nunca fuiste parte de esa entrega.
Eran mas tibias en la noche las olas,
o la brisa del invierno cuando llega.
Y yo me encaprichaba en conquistarte,
me empeñé en conseguir que me quisieras.
Y nunca pude conseguir ni que fingieras,
que te gustaba lo que yo intentaba darte.
Yo era un solista cantandole a la luna;
sin público, sin fe y sin esperanzas.
Un barco de papel en tu inmensa laguna,
buscando hallar la orilla que no alcanza.
Un alpinista tras la cima de una nube,
solitaria hoja en el centro de un tornado.
Amando a una mujer que nunca tube,
aunque durmiera cada noche aqui a mi lado.
Se cansaron mis sueños de soñar.
Me llevo herido lo que queda de mi honor.
Me marcho triste y no se si haz de extrañar,
quizá una noche mi monólogo de amor.