Ante el sepulcro de mis padres

Ante el sepulcro de mis padres  

Es otoño, y mis padres,  

en un abrazo eterno, reposan, 
suspendidos en un sueño sin final, 
sobre sus tumbas las hojas vuelan, 
semejando un mar de torbellinos ocres, 
oro viejo engarzado en una fuente 
crujiente alfombra de memorias. 

Desde una rama distante,  

un pajarillo eleva su lamento, 
un gorjeo épico y diamantino 
trinos agoreros resuenan con quebrantos. 
Cerca de mí, ensayan su tono lúgubre, 
campanas, de hondo eco, 
derraman lamentos de adioses y lágrimas  
imperturbable solar de muertos. 

Mis padres ya han rendido su tributo, 
ofrenda a esta tierra que los vio nacer 
Y yo, 
enredado en añoranzas de muros sin escape, 
presiento pronto será mi turno 
cercano el momento en que me esperan 
este escuadrón de sepulcros. 

En la capilla del cementerio, los miseres retumban, 
coros infantiles de voces cristalinas, 
sus ecos danzan entre risas que empiezan a vivir. 
Fuera, la muerte espera paciente, 
guadaña en ristre, 
mientras mis recuerdos vuelan 
junto a la hojarasca seca. 
Los cánticos, las inocentes vocecillas, 
un tumulto de emociones 
desatando en mi mente 
momentos felices junto a mis progenitores. 

La tarde desciende, un manto espeso sobre mis cansados hombros, 
y en mi pecho anida el implacable peso de su ausencia. 
Arde mi respiración, 
los fantasmas de mis pensamientos 
agolpan cada rincón de mi ser. 
Empieza la llovizna, 
con ella cesan los cantos, 
sigo de pie, 
conectado a las tumbas silentes, 
paso de una a otra dimensión, 
imbuido en el aire de mis ancestros. 

El viento arrecia, arrastrando abrojos 
pasados tiempos, 
la lluvia lava mi tristeza, 
refresca la nostalgia que me invade 

Lava los nombres gravados en las frías lozas 
rostros que han dejado de existir, 
flotan sus fantasmas a través del tiempo, 
mientras, la vida sigue 
sigue impasible  

ante esta presencia-ausencia 
¡de aquellos... mis seres bien amados!