Empezó con una copa...

Estaba una copa de cristal deslucida,

con el cuerpo estirado hacia arriba,

mantenía su boca atenta y ofrecida,

al fuego fluido que siempre ofrendaba.

Esperaba al infeliz que su cuerpo llenara,

que sobre su boca dejara con fervor,

el beso eterno que exige con dolor,

que en la hastiada angustia la mantuviera.

Hasta que hubo quien, una tras otra suplicara,

que el licor con sus burbujas le olvidara,

el cruel engaño en su amado ser,

que en la recia soledad no le quiso atender.

Ya ido de las copas, muy bien perdido,

oyó del cantinero que ofendido le hablaba:

– vete a tu casa, demasiado has bebido –

pero su dolor más licor demandaba.

– una botella más y del más fuerte

apresúrate amigo mío, antes que la muerte,

ya tanto por ella he bebido en esta noche,

que ni la vida puede darme un leve reproche –

había ya perdiendo la lucidez en sus ojos,

y el borde de las cosas eran imprecisos,

cuando una botella de licor ambarino,

dirigiese mostrando una voz recia de humano.

– yo soy tu amiga, sinceramente te lo digo,

y más aún, en ninguna pena yo te dejo –

el beodo obligado con sus ojos envejecidos,

acercase a la botella de reflejos encantados.

¿cómo puede una botella inanimada hablarme?

y siendo apremiante, el interrogante obliga:

– sólo a los que mi esencia el alma embriaga,

y derrotados sus pensamientos entregadme –

y viendo que sin explicación atendiera,

dispone entonces hablarle de su angustia:

– grande es mi dolor y sufrida mi suerte,

de vivir sin ánimos estoy, ido de la mente –

En un acto tomó la copa y brindó resignado,

– conocí a una bella mujer y la hice mi esposa,

pero en mi sencillo vivir ella fue ambiciosa,

cambió mis besos a quien hubo pretendido –

Mientras narraba en cerrada razón,

como aguijón de muerte aferrado al corazón,

su botella, en la calle de madrugada hallase

y tras tropezón de embriagado doblase.

Ya sobre el piso, en la bóveda infinita,

sin un hilo de fuerza para levantar la cabeza,

sintió que el cielo devoraba su oído,

un grito que suplicaba poético y ofendido:

– fuiste por el camino equivocado y hoy cediste:

la mujer amada, la razón y la triste botella,

de tu vida en el cielo ya no queda estrella,

lo que se quiere se lucha, contrario se pierde –

autor: Necho Vargas