¡Ah mujer! Como si nada te he amado,
Como si Dios nunca jamás existiera,
o no se hubiera escrito el pecado,
Como si el fin del día me indujera
a buscarte bajo mis sábanas frías:
Autónomo, con este amor descarrilado,
profesionista del continuo deseo
de encarcelarte eterna en mis días;
Si alguna noche tu almohada me llama
al sueño bendito de estar en tus labios,
sera una dicha la consigna divina
de despertarte poco a poco rozándolos.
¡Ah mujer! Como si nada te he amado,
como si fueres ya tan solamente mía
que ni tus padres se habrán fijado
desde hace cuanto portas la sortija.
o desde cuando ya vives a mi lado.
Ven conmigo, a llenar las fantasías;
A ser la calma de tanta impaciencia,
Sé la cruz de mi altar, sé mis arras
yo seré el lazo que mantenga bendita
el agua con la que se bañe tu regazo.
¡Ah Mujer! Ya no puedo mantener sobria
la madrugada que te añora como un vino,
Mi cuerpo pide las noches en tu abrazo,
después de quitarte el vestido de novia.