Fué allá por los setentas,
nació de soledades,
de dolores, de dudas,
de miedos y pesares.
De un corazón vacío,
es más, roto en pedazos
que buscaba refugio,
y esconder sus fracasos.
Tan jóven era entonces
que nadie se dió cuenta,
de la voz que gritaba
de una boca callada.
Y no encontrando eco
se perdió en el olvido,
y a luego despertar,
otra vez, por vacío.
Daniela, ya está aquí;
ya casi cumple un año,
y aunque somos los hilos
que forman una cuerda,
cada quien en su extremo,
que nunca nos concuerda.
Y se parece a mí,
mas no somos la misma,
ella grita, yo callo;
ella sueña contenta.