A mi no me bastan estas cuatro paredes,
No me basta con el aire matinal.
No me llenan las tardes crepusculares,
esas que tantos se afanan por atender en los parques.
Me hace falta volar,
Planear por los aires:
Sentir pureza,
pequeñez,
grandeza, todo en un mismo instante.
Hacer aquello que el hombre común no debe.
Planear aquello que al parroco desvele.
No me calman tus palabras.
No me tranquilizan tus pastillas.
No me seda tu mirada de falsa profundidad.
Aquietarme no podrá tu chaleco,
Callarme no logrará tu mordaza
ni aplacarme tus tiernas amenazas.
Veras,
En el mar de mente soy el Aquiles destalonado.
El Sansón melenudo y armado,
El Neruda trasnochado y enamorado.
Soy la espada inmensa,
La espada de un frío boreal,
La que te es familiar,
y pronto te será muy sensual.
Aquella que no cesará de cortarte la cabeza,
La misma que utiliza la parca con tan poca destreza.