En interminable trajín ves al tiempo pasar,
cocinas incansablemente poemas de amor,
sobre corazones de exigencia dejas reposar
y demuestras qué, en cada alimento hay sabor.
En álbum de amar, guardas tu fiel grandeza,
tienes abierta la puerta grande de la vida.
Tu mirada humilde, es cual oro su belleza,
eres agua dulce, llega al alma desvestida.
Con total belleza penetras en las pupilas
del quién que te mira, siendo tu real valor
la bondad, símil a mil estrellas que rutilas
constantemente y como el sol das tu calor.
Libre y transparente el escenario que transita,
lucero polar que en la noche siempre me guía,
mi rosa de los vientos sabes todo de mi cuita.
Esposa; ¿si no existiese por quién yo rezaría?
Autor: Alcibíades Noceda Medina