A ti mujer que ves pasar los días
y ya no huelen a eterna primavera,
tus manos suaves, blancas como cera,
mientras habilidosa me vestías.
Ya tu pelo teñido está de canas,
tu rostro tan hermoso quedó ajado,
el tiempo en tus andares ha marcado,
eres sabia, mujer, eres anciana.
Tu corazón rebosa de ternura,
y tu alma está repleta de cariño.
Abrázame que sólo soy un niño,
quiero sentir de tu alma su dulzura.
Madre, mujer estar contigo anhelo,
tu gran amor me acerca hacia tu cielo.
Chelo Álvarez
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