Epílogo en Jinotega

Con el último aliento de mi vida
Por una fiebre inmensa torturado
Evoco los recuerdos del pasado
Bellísima mujer de mi alta estima
El rigor del tiempo, tu piel apergamina
Ha quedado la luz de mis ojos en el pasado
Tu majestuosa esencia me conmina
A reír y gozar aún atribulado
Yo besé tu boca cristalina
Yo sentí
Tu cuerpo apasionado
Yo bebí
Tu rocío extasiado
Yo viví
Al morir
Entre tus brazos
Hoy que el tiempo incomprensivo
Con voluntad férrea
Me ha derrotado
Que languidecen mis rimas
En el austero cuarto desolado
Sin que nadie escuche
Mi verdad
De corolario
Puedo decir
Que fui feliz
Por haberte amado