Aquella hermosa mirada

Perdida en el silencio flotaba tu quimera
acariciando el pardo musitar de una balada,
en la cúspide sórdida de una vez primera
palpitó el cansino balancear de la palabra.
Cayendo fugaz cual estrella atormentada
paseaste el dolor terible de tus huesos,
por aquel lugar donde nadie te miraba
ni te impedía el paso de tu andar travieso.
Pero a pesar de ilustrarte en la condena inusitada
que altiva te mereces por engañar tu propia vida,
me arrepiento de no haberte quitado esa mirada
que fijó en mis ojos el odio y la desidia.
Sin embargo a la luz de mi nueva pertenencia
me inspiras una pena, tan pequeña que no es nada,
solamente te pido que esta eterna ausencia
le devuelva a mis ojos, aquella hermosa mirada.