Me duele comprender que suelo odiarte,
odiarte con la rabia embravecida,
que acosa, cada instante de mi vida,
al no encontrar la forma de olvidarte.
Me cuesta suponer que el adorarte,
se vuelve como pena envejecida,
que suele transformarse en una herida,
que duele más y más, al recordarte.
No entiendo si en verdad yo suelo amarte,
o acaso es mi conciencia, que por ratos,
me vuelve sin querer a sueños gratos.
Y en medio de mi amargo desvarío,
comprendo que este odio tan vacío,
es causa de jamás poder odiarte. (2006)