Me ha sido entregado
un regalo cíclope, inexpugnable,
traidor, fantasioso,
callado, vivaracho y creído.
En mi pecho ha sido engarzado
el más soñador,
de los poetas,
a veces empedernido.
Él, ha percutido con extraordinaria fuerza,
otras veces ha cesado su rápido paso,
para observar las huellas
que sus latidos van dejando,
tras las tristezas, los goces
de aquello que lo inquieta.
Se ha detenido,
parado en seco por segundos,
ha necesitado técnicas urgentes
de resucitación.
Otras veces siento,
que su latir es tan bramido,
que me turbo,
tratando de contener
tanta expresión.
Y he de pedirle,
“Toma aliento y respira,
no dejes oír del todo,
aquello que apasionadamente cantas.
Solo susúrralo, allí bajito
que algún singular forastero que pasa,
aún con las fuerzas gastadas,
escuchará las notas
que con tu cualidad de ser sincero,
lances al viento”.
Y he de pactar y rogarle,
¡¡Nunca dejes de latir,
prometo no silenciarte del todo¡¡.
De ser así significaría que estaría,
aunque viva, devuelta al polvo.
Y en esta vida.Si.
Has saboreado derrotas,
pero entre tu y yo,
también has encontrado
aquello que hace resonar
tus más profundas
y gloriosas notas”.