El paisaje es de oro
Jaspeado en dos vertientes.
Cielo y tierra; atardece,
Y en sutil movimiento,
Guarece el sol,
ya en pleno ocaso,
sus rayos tras el poniente.
El azul se desvanece
Y con invernal quietud
Nívea la montaña desaparece.
¡Como de tarde se ha hecho!.
No da pie un instante,
A descansar mi juvetud
entre el espectro del ramaje,
por el que rio y mar
se vislumbra en un instante.
Trás el frío y trás la nieve
oscurece un hálito de noche.
En suma mi corazón se aflige
Y siente morir otro dia
Igual al de ayer,
Y sospecho,
al de mañana tan semejante.
¡Asi de triste se va la vida!.