La noche avanza, oscuridad inmensa, ni luna ni estrellas. Las hojas, desnudas, caen, tiemblan o se mantienen en la copa. El viento delinea su suave rumor en el silencio.
Abandono mis miedos al capricho de la noche oscura. Dirijo mi mirada al cielo, en su negrura, abriga mis pensamientos, se que duermes, perdido entre los sueños.
¿En quién sueñas, amor de mis nocturnos desvelos, mientras mis húmedos ojos buscan sin encontrar, una estrella común en el firmamento?.
Pronto partió el entusiasmo, la distancia es cruel con el recuerdo. Mi amor, volvió ha pasar frente a tu casa, tesoro escondido, extendido en tu sueño, en noche oscura de tu desvarío. Recordé tu dormida boca entreabierta, esperando un beso.
Llegué a tus labios, en suave ráfaga de miel y de yerba buena. Fue un beso, tan suave como el viento pasando por tu casa, alcanzó a tocar tu sueño.
Con nostalgia aspiro tu aroma y dejó húmeda tu boca, tesoro escondido, quise fundirme en el aquí, en el ahora, acariciarte en el jardín de tu sueño.
Me abrigué en tu pecho, acaricié tu oreja, entrelacé los cabellos, uno a uno en mis dedos, sentí la humedad profunda de tus más íntimos aromas del baño todavía, sentí arder el cirio de tu sueño.
Tomando de nuevo tu boca, rocé tus labios, mientras en tu sueño, tu mano tibia me acaricia. Miraste mis ojos, en tu sueño, tesoro escondido, y suavemente, acariciaste mis sentidos, fue mágico en que ahora, dormido, dibujaste una sonrisa, de satisfacción infinita.
La noche avanza, entre la sombra, acaricia el alba, la luz de tus ojos, mirándome con amoroso parpadeo.
Estuve en tu casa, en el lado izquierdo de tu cama, al despertar vi, sólo era un sueño, el más dulce, el más tierno, tu casa la más cercana y lejana de las estrellas, tesoro escondido, guardaba mis recuerdos.