He aprendido tantas cosas
desde que vivo a tu lado,
has hecho de mí un nuevo hombre
y lo digo con orgullo,
que contigo he madurado.
Me has hecho notar mis fallas,
no para mortificarme,
sino para superarme
y es por ello que no callas
cuando puedes ayudarme.
Contigo aprendí a enfrentarme
a aquellos viejos fantasmas
a los que daba la espalda
con tal de no preocuparme.
Me enfrenté conmigo mismo
gracias a tu sabia guía
y, olvidando el conformismo,
me sacaste del abismo
en el que estaba el alma mía.
Ha sido tu amor, mujer,
el que redimió mis pasos
y con tu forma de ser
me has hecho al fin comprender
las causas de mis fracasos.
Cuánto bien has hecho en mí,
dulce ángel idolatrado
porque, al vivir junto a tí,
a mi ser has transformado
con ese modo sutil
con que me has enamorado.-
Eduardo Ritter Bonilla.
Lunes 19 de Abril del 2010