Pasó la noche, amanecer es desierto,
en manos tengo otra nueva travesía.
Y tú miras con extrañeza qué hacía.
Es tan elocuente mi gran desconcierto.
Quedo; soltamos llantos al cielo abierto,
el desamor no es suficiente todavía.
Sin mirarnos caminamos por la vía,
el día se resiste, aún no está muerto.
La compasión en nosotros es accidente,
me apartas la mano y dije; ten paciencia,
ya pronto en tu vida estaré ausente.
Aun teniéndote cerca ya eres ausencia.
Te amo digo: y tu corazón nada siente,
mi mitad ya muere en mi presencia.
Autor: Alcibíades Noceda Medina