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Categoría: Pensamientos

Como Barcos

Somos, los seres humanos,
como diminutos barcos
navegando a la deriva,
a merced de las corrientes;
en este anchuroso océano
de aguas azules, profundas,
al que llamamos "La Vida".
Mantenemos desplegadas
las velas de la esperanza
y las impulsan los vientos
tempestuosos y violentos
que se llaman "circunstancias".
Hay millones de veleros,
unos: pequeños, ligeros,
avanzando presurosos;
algunos, en línea recta
(una ruta predilecta
para llegar pronto a puerto).
Otros son grandes bajeles,
con su pesado andamiaje
y complicado velamen
que, al estorbar, como un lastre
hace más lento su viaje.
Y también vemos goletas:
livianas y estilizadas,
que avanzan como veletas
zigzagueando en la jornada;
no hay timonel en cubierta,
su cabina está desierta
y su brújula extraviada.
Compleja flota, en verdad,
la de esta humanidad
por los océanos del mundo
materialista y absurdo,
cuyas agitadas aguas
amenazan con tragar
un barco cada segundo.
Navega el ser por la vida
al impulso de sus sueños,
devorando el horizonte
con ojos de la impaciencia
y acortando la distancia
(esa, que llamamos "tiempo").
Las olas son los momentos
que utilizamos a diario,
en agitada travesía,
para librar los abismos
y continuar nuestro viaje
por la vida, día con día.
Los vientos huracanados
y las violentas tormentas
de frecuente adversidad,
los pasionales tornados
llamados "pena" y "maldad",
nos zarandean, despiadados,
y nos amenaza el mar
de los acontecimientos
con hacernos naufragar.
Los barcos de nuestras almas
llegan, finalmente, a puerto
al terminar nuestras vidas,
con el trayecto cubierto,
azaroso itinerario.
Algunas velas perdidas
y algunas otras rasgadas
por la fuerza de los vientos;
pero aún a flote el casco
y aún completa la quilla.
Algunos otros, sin suerte,
no completan la jornada;
dan bandazos en las olas,
malgastan sus energías
y desperdician su tiempo
en absurdas tonterías.
Esos torpes navegantes
naufragaron en las aguas
del dolor y la desdicha,
no condujeron sus barcos
con prudencia y energía;
y no llegaron a puerto:
por su falta de prudencia
se hundieron en su estulticia.
Por los océanos del mundo
navegamos los humanos
buscando llegar a un puerto
para algunos, muy lejano,
al que le llamamos "dicha".
Pero en el mar de la Vida
no hay caminos señalados:
se navega "casi a ciegas";
no hay fronteras a los lados
y es fácil errar la vía
cuando no existe una guía.
Si no se mantiene el rumbo,
queda el barco a la deriva.-
Eduardo Ritter Bonilla.
Datos del Poema
  • Código: 319527
  • Fecha: 21 de Marzo de 2009
  • Categoría: Pensamientos
  • Media: 6.66
  • Votos: 73
  • Envios: 1
  • Lecturas: 1,286
  • Valoración:
Datos del Autor
Nombre: Eduardo Ritter Bonilla
País: MexicoSexo: Masculino
Fecha de alta: 07 de Diciembre de 2008
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