_Averno...I_

Condenada estás al silencio perpetuo de mis labios.
Condenada al olvido eterno en las llamas del averno.
Condenada estás al frío, al miedo, al dolor.
¡Condenada estás! - Me gritó el juez - ¡Condenada! ¡Condenada!
*
Y mis brazos, llamas encendidas que buscan abrazarte.
Y mis ojos, luceros que lloran a mares la sangre.
Y mis labios que imploran agua refrescante.
Y mi vida que en eterno castigo sufrirá la ausencia.
*
Gritos de dolor y espanto retumban en el viento
y el dolor es agudo en las entrañas destrozadas.
Llorar es tan fácil y no cuesta nada si el alma vaga solitaria.
Escucho aún la condena por tus labios dictada.
*
Epulón de maldades, anatema, bastardo, traidor.
¡Me condenas a mí! ¡Me sentencias a mí! ¿Y que de tus desdenes?
Con la vara que me mediste, te medirán.
Con la voz que me condenaste, te condenaran.
*
Palancacoate que envenenas mi sangre.
Erguén que cuando busco tocarte me desgarras las carnes.
¡Anatema! ¡Mil veces anatema! Estoy dictando sentencia.
Fuiste, eres y serás epizoario del averno.
*
Y no es suficiente para el alma que implora
saberte llorando, saberte penando, saberte pagando la amarga condena.
¡Ay! del juez que se cree sin pecado.
¡Ay! del hombre que esconde su pecado detrás de las piedras.
*
¡Piedad! ¡Piedad! - se escucha implorar -
los instantes que pasan son eternos infiernos.
¿No está el averno en la profundidad de la tierra?
¡No! No está… Está…, está en mis adentros.
*
Lucifer engendró en el vientre la amarga desdicha.
En el pasado engendró el dolor. En el presente el recuerdo,
En el futuro el miedo y en la muerte el perpetuo castigo.
Entonces que dolerá más ¿Vivir o morir?.Quizás, solo quizás, duela igual.
*
Solloza a lo lejos El Claro De Luna.
La poetisa escribe con sangre los versos.
Y nada es de más y nada es exceso.
Pues no existen palabras que canten la agonía del cuerpo.
*
Cáncer que carcomes mis pocas entrañas
¡Ay! dolor me corroes el cuerpo y el alma.
¡Muerte! ¿Por qué no vienes a darme descanso?
y que terminen así, estos, mis tristes cantos.
Teresa Menchaca
11/02/2006
Sin duda alguna, la vida duele pero quizás, solo quizás, cuándo despliegue las alas, y eleve mi cuerpo, exista descanso.
Teresa Menchaca..
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Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque esa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.
Rubén Dario.