Mi ciudad con olor a tilo.

Mi ciudad tiene la increíble hegemonía
de su gente paseando bajo árboles sin tiempo,
el recorrer de sus calles casi tan mías
que puedo reconocer el olor de sus acentos.
Mi ciudad es la constante variación acaecida
de lugareños sapientes y vagabundos dormidos
en sus plazas de verdes estíos que varía
cual el tiempo los mancha sin dejar en el olvido.
Mi ciudad está rodeada por la fragancia del tilo
que asoma en primavera en diagonales cursivas,
llegando a distancias que acortan el destino
que confunden con traviesos dibujos y travesías.
Mi ciudad es en la noche el saber casi profundo
de esa gente que no duerme y escribe con valentía,
mi ciudad transpira cultura y sabe que su mundo
atiende a cualquier hora y dá clases de filosofía.
Mi ciudad tiene el encanto de un metal que a su brillo
seduce a cualquier hora sin mitos ni fantasías,
alberga en sus facultades de la calle los estribillos
que no mueren jamás y despiertan con el día.