Eres ceniza que lleva el viento,
que vuela por la ensenada,
corriendo por caminos
y llegando a la montaña.
Vas y vienes,
cansado de revolotear
por el aire que te mueve.
Algún día el viento calmará,
debajo de un gran árbol te posaras
y cuando vuelva el viento a soplar,
ya no podrás el vuelo alzar,
te habrás mezclado con la tierra,
y a las raíces del árbol ligado estarás.
Cuando llegue la primavera,
a la sombra del árbol, vendré a mirar
para ver las nuevas hojas,
que con tu sabia, brotarán.
Y allí mismo, cuando el sol
no pueda soportar,
vendré a tu cobijo,
para refrescarme en tu mirar,
y pensar en tiempo felices,
que ya nunca volverá.