Padre, padre mío.
Te he dado mi vida,
porque tu corazón está en mi corazón
y jamás voy a decaer,
hemos crecido juntos
tú me has llevado de la mano
enseñándome el mundo,
y yo ahora te doy la mía.
Somos como dos niños... dos amigos
que se quieren tanto.
Padre, padre mío.
Me encanta verte sentado frente a mí,
musitando palabras a mis oídos
que son como un canto,
un bálsamo a mi vida.
Cómo me alegra verte
dando pasitos hacia mí,
como buscando apoyo en mis brazos.
Padre, padre mío.
Inmensamente feliz me siento,
cuando te veo en el umbral de la puerta,
como queriendo salir...
y respirar el aire primaveral del jardín,
de tu jardín,
que tu mismo con tanto amor plantaste.
Padre, padre mío.
Tu ocaso es mi ocaso,
y juntos enfrentaremos esta natural etapa,
sé que alguien nos proveerá,
dándonos fortaleza.
Mientras tanto,
abrázame, abracémonos
dejemos que la vida siga su curso
dulcemente.
Padre, padre mío.
Te quiero tanto... tanto.