El sábado sin permiso, me asalta recurrente. Su sabor me toma de la garganta y corta mi suspiro.
Una vez llega no se donde colocarlo, arrebata mi mente, mi sueño expande mi corazón.
El sábado, clandestino, se cuela en mi rodaje. Las imágenes, exquisitamente salvajes,
atropellan mi deseo, detienen mi vida.
Vestidor paraÃso, no me deja ni se calla, ni se va, ni se detiene, ni quiero.
El sábado, encubierto, me transporta furtivo. Su agreste belleza, me estruja de placer.
Su furtiva tibieza, piernas en abanico, contiene el mas puro encanto, el mas apetitoso hechizo.
Sábado y camerino, binomio ilÃcitamente deseado.
TodavÃa tu perfume estrangula mis sentidos, tu rostro y sus sollozos cantata perfecta.
Tus ojos cerrados, abiertos al firmamento.
Espejos honrados con imágenes fugazmente eternas,
mudos atestiguantes de la mas sublime entrega. Instante propio y personal,
deseo que implora su trascendencia que pide su regreso.
Sábado delicado, intenso purpuramente esperado.
Fusión de dos pasiones en un solo cuerpo.
amalgama de dos cuerpos, una sola pasión. Sábado, regresa constriñeme hasta el delirio.
Reune a estas dos almas, a estos dos cuerpos, nuevamente en un solo gemido, en un solo estertor.
Sábado regresa, por favor.