Deslizaba mis dedos entre sus pelos,
también acariciaba su pálido rostro,
No puedo borrar aquel momento siniestro,
cuando lloré, ya sin lágrimas mi desconsuelo.
Ella despertó lúcida de su sueño de dolor,
hola amor, dijo, con voz muy animada.
La luz de la luna iluminaba nuestra morada.
blanca como su cara y, sus labios sin rubor.
Con palabras agradables me insiste,
dime amor: ¿Cuándo iremos de viaje?
consigue el tuyo, yo ya tengo el pasaje.
Te devolveré todas las alegrías que me diste.
El proyecto que hicimos haremos realidad.
Mírame cielo, estoy bien, descuida.
Pasó por mi cara su mano suave y delicada.
Diciéndome: no llores, no temas a la soledad.
No podremos realizar nuestro proyecto, es verdad,
es tarde, pero no quiero lágrimas de despedida.
Solo quise alegrarte con el resto de mi vida,
pero tu sabes amor, te llevo en mí a la eternidad.
Desde entonces soy el río prefijado, que fluye
constantemente, sabiendo que un día va llegar
a su mar, ella es como la amada que sabe esperar.
Lo mío será realidad, cuando mi fuerza disminuye.