ACUARELAS...

"ACUARELAS"
I
Ver tu faz y tus labios
abiertos cual claveles
musitar la grandeza
serena de tus preces;
fundirme en el ensueño
y perderme en tu risa.
Desplegar nuestros brazos
en el tiempo inconstante...
La luna de tus ojos
encendiendo las sombras
y en el fondo de tu alma
instalar mis delirios.
Ver tu faz en la rústica
inquietud fabricada,
en el espacio inédito
paralizar mis besos.
II
Flores blancas y el sol
brillante al centro
con su luz que te azota
sin lastimar tu esencia.
El fulgor de tu amor
como espejo del cielo.
Tenue inquietud del aire
lejano e inasible;
un eco que fue un canto
de tu amor en el mío...
El correr silencioso
del río hacia la mar.
III
Flores blancas, sueños, nubes,
luz que se cuela en tu alma,
roja ansiedad de claveles
sobre sus rojas corolas.
Luz que se instala en tus ojos
como una sombra ligera
y al suave contacto absorbe
deseos de fueo y agua.
Con las alas de un suspiro,
como un vaho que se vierte
en el candor de cristales,
pedazos de madrugada.
Con la desazón de un ansia
que naufraga en tu hermosura,
granada ufana y abierta
que presume sus rubíes.
IV
Sembró la lluvia diamantes,
zafiros, claros suspiros,
suspiros de vientre franco
con la palidez del alba.
Surgió la luz de la luna
fusionada a los luceros;
hirió de muerte a las sombras
y se perdió entre la selva.
¡Ay luna, luna! ¡que me arde
tu fulgor entre los dedos!
Claridad incontenible
catarata de secretos.
Me ronda tu luz, me atrae
la flor blanca de tu gracia,
arena, brillo de luna
sobre los mares de plata,
y se agostó en mis pupilas
el brillo de tus entrañas,
pariendo chorros de luces
como un sol en el desierto.
V
Heridas inciertas:
fragmentos de llagas sin sangre,
senderos de atajos ignotos
furtivos en llano vacío.
Veredas cansadas de pasos
absortas naciendo de mí;
fantasmas del aire en la noche,
fantasmas de hielo baldío.
Sedientos espíritus mágicos
apenas rozando despacio,
lo mismo que labios eróticos
tu piel desprovista de ritmo.
Sin huellas ni estrellas ni bellas
historias, sin el coqueteo
que busca, que atrae y que duele,
sin rastros de los galanteos.
Se rompen espacios sin sangre,
se finjen jadeos, deseos
de amor que ya tiempo se ha ido
y opacan la luz del contorno.
VI
Sin esa risa tuya,
sin el candor etéreo
que preña tu mirada,
sin tu estrella que empieza
por ahuyentar la noche.
Sin esa risa de alba
corolario y principio.
Tus síes y tus noes
y el haz de tu presencia
luminoso, profundo,
húmedo, al fin, de fuego
que cala como adiós,
como luz ignorada.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC (Derechos reservados)
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