Llegué a tí golpeando tu puerta,
asomando a penas mi rostro enamorado,
temerosa por el rechazo, cicatrizando heridas ocultas,
la vida tomó de mis manos, guiándome a las puertas de mi paraíso soñado,
ese paso decisivo de seguir afuera o entrar era mi desdicha....
Y luego sucedió que me miraste amor, y me mostraste el mundo atravéz de tus ojos,
y me regalaste la riqueza de tu ser, el calor, la luz, la humedad,
después abriste mis puños, siempre cerrados por el rencor, y en ellos colocaste tu corazón.
Sueño mío, llegué a tí golpeando tu puerta,
y tu me entregaste el cielo mismo,
y me entregas día a día tus gestos, tu voz, y el brillo intenso de tus ojos,
que transformaron mis días, que transcribieron mi historia, cambiando mis páginas negras por blancas, para escribir tu nombre y el mío por siempre,
¿y qué más soñar? , ¿y qué más sufrir?, si lo que algún día fué dolor, hoy es un cántico de amor.