En mi barca cruzaba la inmensidad,
venía de mi hogar lejano, de otro valle,
cuando te vi por primera vez,
aprisa va siempre el amor,
deseaba caminar por esa senda,
nada supera lo que une las almas,
es el tesoro más valioso.
Quiero imitar tu paciencia y constancia,
que me acaricies, que percibas mi voz,
en un abrazo cariñoso, sentir el ardor de tu alma,
que te apoyes en mi brazo, cuidarte y protegerte,
quererte más cada día, darte lo mejor,
disfrutar contigo para siempre,
que me ames, sí, que me ames.
Si conmigo estás, nada te faltará,
en mi camino hallarás el descanso,
ven, tal vez mañana sea tarde.
Lupercio de Providencia