Te vi por primera vez en otoño,
en octubre para ser más exacto;
adornaba tu ropa un blanco moño,.
ese día no tuvimos ningun contacto.
Te miré sonriente, traviesa y divertida,
andabas en los doce en esos días;
tu inocente infancia le hacías despedida,
jugabas "al encantado" ¡Cómo corrías!.
Conversabas con tus amigas muy serena,
quién sabe de cuántas y cuáles cosas;
quizás que harán en la próxima noche buena,
o, que en el estómago sienten mariposas.
Eras una niña aún para tus padres,
ellos miraban en tí una niña culta,
sin conocer que andas por las calles;
creyéndote una dama adulta.
Nunca pensé que pronto crecerías,
que en poco tiempo cambiaría tu ser,
que tu rostro algún día pintarías,
y expresarías tu bella forma de mujer.
Por cinco años te pierdo de vista;
olvido tu rostro y tu inocencia;
nunca intenté seguir tu pista;.
postergué todita tu existencia.
Alguien dijo: "Se fué a Oaxaca,
cambiaron absulutamente sus vivencias;
luego viajó a México y Cuernavaca,
en busca de mejores experiencias".
Nada del comentario di importancia,
no me interesaba de quién hablaba;
ese día realizaba y con constancia,
un escrito sobre cómo será mi amada.
Ahora regresas como bella adolescente,
la niña inocente dejaste al olvido,.
con tu llegada murmura toda la gente:
"¿No es ella la hija menor de Wilfrido?".
Quién en estos momentos te viera,
diría que portas figura angelical.
resplandeces como el Sol en primavera,
en pleno tiempo del frío otoñal.
En noviembre te vi de nueva cuenta,
todos celebraban el día de muertos,.
tu imagen de repente se me presenta,.
toque tus manos y tembló mi cuerpo.
Sin perder el tiempo te expresé:
"Niña, quiero que seas mi mujer",
Tú reías y decías que me apresuré,
pues no indagué si tenías a tu querer.
Solamente dije: "Luces bella mi adolescente,
nunca olvidaré este álgido noviembre;
y que una década nos separa tendré presente,
y más, que un siglo de amor nos unirá siempre".