Los perros son de Dios

En cada perro que veo en la calle

solito y abandonado,

yo sin pensarlo mucho,

me veo en él retratado.

No tengo padre ni madre.

No tengo mujer ni amigos.

No tengo en el mundo a nadie

que me ofrezca su cariño.

Tan sólo la soledad.

La soledad siempre va conmigo.

Y no la puedo espantar

ni siquiera con el vino.

A veces algún pajarillo

cantando va por mi camino.

Yo me detengo y lo busco

entre los almendros y los olivos.

Y dándole las gracias

con mucho cariño le digo:

Pajarillo pajarillo

si estás triste como yo,

mejor calla tu canto.

Olvida tu triste canción

que entre tu pena y la mía,

llorando llevo el corazón.

Canta conmigo pajarillo

mañana al romper el alba

que es muy hermoso su lucero

al clarear la mañana.

Cuando la Aurora despierta

y ricamente se engalana.

Dándole un beso al sol

como amante enamorada.

Entonces canta pajarillo.

Estira lo que puedas tu voz

para ver si así se alegran

los pocillos negros de mi dolor.

Pues que estando yo contento,

cantaremos por alegrías.

Y olvidaremos los pesares

cantándole al nuevo día.

Y entonces ya no llevarán tristezas

las notas de nuestro canto.

Y así caminaremos felices

por la agreste senda de los campos.

Porque cuando yo me sienta triste,

tú me cantas alegrías.

Y cuando yo me encuentre alegre,

a tus penas las tendré como mías.

Y así entre penas y alegrías

se hará más llevadero

la carga de este madero

idéntico al que cargó

Jesús el Nazareno.

Que aunque dudo, tengo fé

en que tras la muerte habrá un cielo

donde por siempre y eternamente

la paz y el divertimento,

asegurados lo tendremos.

Que allí encontraré a mi gorila.

Que allí encontraré a la Chucha.

Allí al Tarugo y a la Chacha

y a todos aquellos perrillos

que mis padres tuvieron en casa.

Y más tarde llegará

mi tan querido Akita Inú.

El será para María

y también para Jesús.

Que los perros son de Dios

y pasean con San Pedro.

Y nosotros ¡Pobres humanos!

tan sólo seremos allí

un batallón de gusanos.

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Y si empecé este poema

por la soledad transido,

ahora que lo termino veo

que mi soledad se ha ido.

Por ello cuando ya termino,

no ha lugar para la queja.

Pues tengo a mi perrito conmigo

y nunca solito, él me deja.