Hijas mías escribo estas líneas
para pedirles perdón por lo
que ahora estan padeciendo
se que piensan que soy mala,
que gozo castigando sus errores
y negándoles lo que me piden
todo el tiempo.
Se que tal vez no sea la madre
que esperan, la de sus sueños,
lo que ustedes hoy viven conmigo
yo lo viví en su momento,
sí mis niñas creanme, yo pasé
con sus abuelos por el mismo
sufrimiento.
Muchas veces me disgustaron
las reglas que mis padres me impusieron,
horarios estrictos,el querer saber
todo sobre mis amigos y compañeros.
No podía salir sin que ellos preguntaran
cuando, donde, con quién y que estaría
yo haciendo, era según yo vergonzoso y
exagerado su comportamiento.
Y si me atrevía a romper las reglas,
el castigo era casi perverso,
-No hay más permisos,
-Se te acabaron los privilegios.
Pero ay chiquillas dejenme y les cuento
que hoy que las tengo a ustedes,
bendigo aquello que considere mártirio
y sufrimiento.
Porque mis niñas no hay escuela
que nos garantice a los padres
el éxito, tampoco una formúla que
nos evite el dolor y los tropiezos.
Mi única meta en esta empresa es
sembrar en su corazón el amor y
valores que sus abuelos me dieron,
no importa que para lograrlo, tenga
que utilizar sus mismos métodos.
Todo lo que me inculcaron es la
herencia que permite disfrutar lo que
ahora tengo, una vida plena, un esposo
bueno, y ustedes mis niñas en quien
estan cifrados todos mis anhelos.
En algún momento creí que sus enseñanzas
no tenían fundamento, que solo por capricho
me ataban a lo que pensé era, anticuado y obsoleto.
Pero grabense bien esto hijas mías que no
hay mayor desacierto, porque las buenas
costumbres y valores jamás serán cuestión
de moda o de tiempo.
Mercedes del Pilar Reyna Camacho.