Conocí una vez a un hombre sensible
ligado al arte y a las cuitas divinas,
tenía una noche de agua cristalina
y su alma brotaba de sed increible,
hablamos pausado, quería explicarme,
el porque de su asco, el porque de sus ruinas
logré que dejara de lado a la bebida
su fiel compañera al querer convidarme,
me dijo "- han matado mi alma despacio
cual una daga de pasión encendida-",
observé las llagas a modo de heridas
en todo su cuerpo sin darle un espacio,
"-quisiera morir que de su amor tan sincero
brotó una pausa que ya no me aguanto"-,
miró mis ojos que aguados en llanto
cubrieron sus pausas y lloraron primero,
perdí su rastro y mas a los años
lo sentí volver en una noche cualquiera,
se había encerrado con piceladas de acera
donde solo el alcohol lo embebía en desengaños.