17 / IV / 2007
Hoy te he oído de nuevo
te he escuchado otra vez
con qué naturalidad decías:
“ A mi, me es indiferente, si te veo bien
si no, también”
Esas palabras que entran
hasta lo más profundo del alma
que hieren y sangran a mares
que no hacen justicia ninguna
a tanta dedicación y cariño.
Grité: ojalá no tuviera oídos,
ojalá, no tuviera alma,
que pena vivir y sentir
para escuchar, tamaña injusticia.
Apenas llegaba, de entregarme como siempre,
a tus ilusiones, a tus metas, a tus proyectos…
Apenas acababa de bajarme del coche
que me traía de lejos, de tus sueños, de tus anhelos.
Intenté agradarte sin éxito
de anteponer tu talento
de sellar con tu huella, el único sueño que tengo
pero no tengo Fax que valga,
lo que vale una ilusión
ilusión que no parece que quieras compartir conmigo
a pesar de que jamás he dejado de compartir y apoyar, las tuyas.
Sé muy bien que no me comprendes
que eres incapaz de ver lo que no quieres ver
sé que soy sustituible –no hace mucho lo he visto-
tampoco hace falta gran cosa para sustituirme a mí.
Pero sé muy bien y te lo dije en Cerdillo
que algún día te darás cuenta
que nadie, absolutamente nadie,
puede ir dejando en la cuneta
trozos de amor, panes de entrega absoluta y hombros de sostén
ya que puede llegar el día
en que el hambre apriete, el frío arrecie y el invierno sea duro.
A mí no me es indiferente,
no me eres indiferente,
por eso y por mucho más
siempre estaré, no sé si lejos o cerca,
lo que sí sé seguro, es que no será por FAX.