El reflejo de un ocaso

Contando los peldaños bajo desde mi casa a la calle
y son ocho por cada vuelta, dieciséis por piso
por cinco, ochenta escalones más los de gracia.
Cuando tenga unos días más o unos años
O ya no paso de un decenio más, y mis pulmones
muestren toxinas o el reuma haga doblegarme
o quizá alguna fractura o algo que no llego a comprender.
Cuando alcanzar un escalón sea el fruto de todo esfuerzo
cuando ochenta sean insalvables.
Me sentaré en el rellano y diré que espero a una amiga.
Un cuerpo que como yo, necesite el práctico ejercicio
dando saltos de salsa y vals e iremos a la orilla del mar
a tomar baños de luna y a hablar de cosas de la edad.
Mientras tanto se reparará el mecanismo del ascensor
que logra estropearse cada vez que hay movida.
Hoy no tengo previsto nada. Me sentaré en el mullido sillón
Acariciando el longevo perro que me acompaña.
Y bajaré a comprar el pan.