Agradecido con la vida, en deuda con el destino,
por dejarme coincidir, con ese ser divino,
es quien me despierta la inspiración,
sin importar; si estoy despierto o dormido.
El día que apareció, cambiaron mis hábitos,
por suerte, se me ocurrió; coleccionar datos.
Cuantas veces me he preguntado, tengo duda,
¿la casualidad existe? pero mi juicio se anuda.
Me costó entender, eché a volar la imaginación,
el presentimiento por primera vez, nada detectó,
mi alma bohemia, en la distancia sentires despertó,
¿Pero, empautar a un ángel? con zapatos de tacón.
Desde su llegada, se hace presente al amanecer,
deja sus detalles, que tengo la dicha de entender,
cual si fuese adivina; comenta de hechos ocurridos,
cuan si su presencia y ojos, de eso fueran testigos.
Si el transcurso de la horas, carecen de palabras,
aseguro que en mi cabeza, desfilan sin amarras,
comprobando a mis días, les faltaba un eslabón,
la guerrera que daría, a mis sinsabores sazón.
José Estrada