Un alma esquelética de ausencia

Veo mi vestíbulo esquelético
leo en cada hueso tu nombre
cual osteoporosis que no revierte,
consigo en cada articulación
la fibromatosis que me mata,
cada ardor tiene tu nombre,
cada fibra que se desliza
se contornea ante tu imagen radiológica.
Traumas allí dejaste,
son cicatrices corpóreas bien demarcadas,
son soldaduras que el tiempo surció a tu partida.
Camino y se contonean mis formas descalcificadas de tu presencia,
los minerales y calcios llevaste en tu partida.
Mi traumatólogo se rindió ante tan malas evidencias, me dice:
la descalcificación almática que sufres te dejó inválida sin su presencia.
Estas desahuciada no tienes existencia.
Tal fue la mala noticia
que me alejé por caminos inhóspitos a ver si en ellos te encuentro,
ya sin resultados,
me obligo y sumerjo mi respirar en tu silencio donde ya mis ahogos son eternos,
recorro las veletas de la ninfa perpleja y ni siquiera con su magia ella te encuentra.
Ya convertida en alma esquelética.
Me preguntó:
¿ Dónde está enterrada mi vida
pernotaré por siempre con un alma esquelética?