El espejo del amor represado

Pegado al corazón como la hiedra
y como al aire la ardorosa llama,
siento arder tu cariño entre mis venas
y tu voz persiguiendo mi palabra.
Sin ayuda de espejos te proyectas
con los brazos abiertos y callada:
El silencio desnuda tu presencia
y se embriaga de aromas la distancia.
Qué hermoso este silencio de tu ausencia.
Qué alegría saber que ni la muerte
podrá romper el nudo que nos ata.
Porque sólo un amor que se represa
es como un río que abre su vertiente
a través de la inhóspita montaña.
José María Del Castillo
El poeta
Barranquilla 1970