Amigo mio

Despedías a un amigo.
Con tus ojos mojados
y un fino temblor en la copa,
que apenas levantabas.
Seguramente en el arcón añoso
guardaste algún agravio
y generoso mostrabas solamente,
el recuerdo bueno.
Tu voz pausada
dejaba fluir el afecto
sin reparos...
Y un poco te dolía
el corazón!
Y tu amigo, el que se iba
(y desde siempre te admirara),
te escuchaba absorto...
Se hacían más fuertes sus latidos
y los lazos del afecto más ceñidos.
Y con igual temblor, emocionado
entre otros amigos que brindaban,
apretaba la copa con el vino
descargando en ella pudoroso
el halago que en mucho lo exedía,
por venir de ese amigo
tan querido!
Es que hoy, es raro el gesto
de expresar francamente lo que sientes
abriendo el corazón para que miren,
dejando así expuesta y vulnerable
el alma!
Nunca olvidaré
mi despedida!
Mucho acrecentaste
tu propio señorío
y el valor de tu amistad.
Amigo mío!