El silencio, que no detiene su cantar
cadencias selectas para el corazón
suspiró por un instante el recuerdo del salón
cargado de ternuras sin arrancar.
Aquel recuerdo del uniforme sin forma
que distinguía nuestra infancia
de llantos, alegrías sin ciencia
aquel recuerdo me encarna y reforma.
No se como el terráqueo giró tan rápido
No se cuántas primaveras sin ti
innumerables rimas hice para ti
innumerables momentos vivíabatido.
Pero jamás olvidé tu tierna sonrisa
sonrisa que transformaba mi poesía
enterrando la tristeza en travesía,
tu sonrisa que alimentaba mi alegría.
Cada mañana al llegar a la escuela
mi primer suspiro la entonabas tú
mis primer saludo la recibías tú
y no me importaba a quién le duela…
Al atardecer cansado, cargado y abatido
después de la fatiga escolar y muscular
tu adiós tan tierno y la señal en tu anular
era el umbral para enfrentar lo escondido…
CESAR MARTÍNEZ MIRANDA