Tus ojos reflejaban un cielo de flores de cerezos,
tu espalda descansaba tendida sobre la grama,
al acercarse, ella se ubicó entre tus fuertes brazos,
y tú con deleite, los lunares y pecas de su pecho besabas.
Ella quería decirte, no sé qué cosas,
mas, no se animaba.
Tu cubrías con besos su boca,
no la dejabas.
Pasaron mucho tiempo, sintiendo que flotaban,
era un mundo extraño para ambos,
cerca, un pequeño puente unía las orillas
de un cauce de aguas claras que pasaban.
Los dos, todo ignoraban,
mientras un fuego abrasador los atrapaba,
y amándose siguieron, mas, de pronto…
tú, regresaste de tu sueño, y ella no estaba!
® Susana Valenzuela
31-03-10