Una vez
me encontraba solo,
como buscando
entre la espesa niebla;
era como una noche infinita
que no despierta.
Era como un barco
que pasa
frente a tus ojos curiosos,
de gaviota,
de vuelo blanco.
Había pasado algún tiempo,
entre el camino de un trecho aburrido
y una noche sola;
con mi romance oculto.
Era como si no pudiera
alcanzarte
y el aire se apretara
en mi pecho,
y me agotara no poder
besar unos labios.
Pero te encontré luego a ti,
con tus ojos grandes negros
y tu boca fértil de muñeca mía.
Estabas ahí,
sólo ahí,
simplemente frente a mí,
buscándome,
sin conocerme,
en tu soledad propia,
con tus errores
y los míos locos,
tan lejos,
rompiendo todo esquema;
y tan cerca,
rozándose nuestra piel
de dormido fuego,
por un pasillo prohibido,
de furtivas miradas,
abrigando una esperanza
y esa palabra de amor.