Escribe su carta con fé,
cada año hace lo mismo,
le sobra ilusión,
redacta con esperanza su lista de juguetes
esperando que esta vez se haga realidad,
él también quiere saborear la navidad.
El padre llora,
no hay quien pare su lamento,
la vida es una puta mierda piensa,
¿por qué no puedo darle lo que quiere?
¿cómo explicárselo y que lo entienda?
Será mejor dejarlo crecer
y que comprenda que no existe la justicia,
unos demasiado ricos,
otros paladeando la inmundicia.
El chico quiere que su familia sea como la de los anuncios,
todos felices y sonriendo
alrededor de una mesa con suculentos alimentos,
pero la realidad es muy distinta de sus sueños,
no hay turrones,no hay marisco,
hay seriedad en el ambiente
y una estrella rota en cada mirada.
Llega el día esperado,
se levanta de un salto buscando sus regalos,
su premio por haber sido bueno,
pero no halla nada,
se siente desolado,
maldice a sus queridos reyes magos,
entonces lo comprende todo,
no importaba lo que enviase en ese sobre
porque no hay regalos para el niño pobre.